Buenas tardes a todos:
Para finalizar este acto de graduación, en un día tan especial, en el que estamos celebrando los resultados de vuestro esfuerzo y dedicación, me gustaría dirigiros unas palabras que van a intentar recoger lo que significáis para nosotros y lo que esperamos de vosotros.
Permitidme que mencione el evangelio que hemos escuchado en la eucaristía, y lo relacione con un texto que se encuentra en un cartel subiendo las escaleras que llevan al despacho de José Marcos, y en el que me detengo cada vez que vienen familias y alumnos que quieren conocernos. Y dice así:
“Hablar de educación es hablar más de semillas que de frutos, más de siembra que de cosecha, es trazar un rumbo y ponerse en camino. Educar supone guiar desde fuera para dejar nacer todo lo bueno, lo bello y lo verdadero que la persona lleva dentro. Educar significa intervenir positivamente para hacer crecer”.
Pues que sepáis que para nosotros habéis sido unas semillas que hemos plantado con mucho cuidado. Os hemos regado con conocimiento (todo eso que venía en los libros, que vuestros profesores os explicaban, lo que habéis ido conociendo vosotros), nutrido con experiencias y vivencias (los intercambios, las salidas, las extraescolares, el Chaminando, las granjas, el Camino de Santiago…) y os hemos querido todas las veces que habéis compartido con nosotros vuestras inquietudes, desvelos, preocupaciones, lágrimas y risas.
Semillas únicas porque sois diferentes, únicas, cada una con sus propias fortalezas y debilidades. Algunas habéis germinado antes, otras necesitáis más tiempo para crecer, florecer y dar fruto. Pero todas habéis sido sembradas en tierra buena, tierra fértil, que dará su fruto un día no muy lejano.
Quiero dar las gracias a vuestros padres, porque confiaron en nosotros, dejando lo mejor que tenían, para que nosotros sembráramos en vosotros el interés por descubrir y explorar. Para que os regáramos con agua que os diera fuerza para superar obstáculos e ir aprendiendo de los errores, con estrategias para vencer a los desafíos que se iban produciendo en vuestro pequeño mundo, en vuestro campo. Esas semillas están listas para crecer y germinar en otros campos. Para conseguir que nuestra tierra sea mejor tierra.
Queridos alumnos, sois semillas que estáis preparadas para lograr grandes cosas, sois especiales, diferentes, valiosas, y tenéis la denominación de origen santanera, que no la tiene todo el mundo, esa certificación es un sello de garantía, que habla de la calidad que tenéis, de lo valiosas que sois, de lo que significáis, y de lo que el mundo espera de vosotras.
Mi enhorabuena a todos y a todas. Al alumnado porque con esfuerzo, constancia, sacrificio, ha llegado hasta aquí. Sois unas grandes semillas.
Enhorabuena a las familias por los hijos que tenéis y por habernos hecho fácil la tarea de educar. Por permitirnos sembrar al estilo marianista, con valores, con firmeza y desde el cariño.
Enhorabuena al profesorado, al personal de administración y servicios, a los monitores deportivos y a los catequistas, al AFA, porque entre todos habéis conseguido que hoy se gradúe la XXVI promoción de Santa Ana y San Rafael.
Y, por último, a los que os graduáis pediros una cosa, que no olvidéis cuáles son vuestras raíces, no olvidéis que sois semillas únicas e irrepetibles, que la fuerza nace de vuestro interior, y no olvidéis a María, la Virgen, pilar y refugio, y la primera semilla, ejemplo de fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y confianza en el amor.
Gracias.
Azucena de la Cruz Sánchez
Directora General

