Con buena música y buena compañía, todo se hace más ameno; sobre todo si hay tractores, cosechadoras y tres o cuatro empacadoras. JAJAJA cosas que solo entenderemos los del viaje. Escuchando Estopa y cantando a todo volumen, dos horas de silencio y siesta (más que necesarias), y bailes hasta una parada a la casa y jardines de Edmond Rostand, donde el gran Fabrice hizo de guía. No se le entendía muy bien pero señalaba a los cuadros y todos mirábamos anonadados.

 

 

 

 

 

Fotos jugando con la perspectiva y un hermoso paisaje acompañaron esta parada.

 

 

Juan y Andrea.