Si esta afirmación se le hiciera a un Químico, Biólogo o Bioquímico su respuesta sería rápida y casi inconsciente: ¡La importancia es TOTAL y ABSOLUTA!
¿Por qué? Sería la pregunta que le haría su interlocutor, a lo que se podría decir que:
“Es que somos química: desde el mismo momento de la concepción (que se produce gracias al reconocimiento químico por parte del espermatozoide de la membrana del óvulo) todo lo que vamos a ser y a manifestar se debe a procesos químicos: son moléculas (biomoléculas para ser más precisos) las que al expresarse externamente nos hacen altos o bajos, rubios o morenos, zurdos o diestros, con problemas visuales o no…
Y no solo en la vida se manifiesta la química como algo básico: Cuando vamos a un entorno natural, lo que se extiende ante nuestros ojos procede de moléculas que, combinadas, forman un macizo rocoso, las aguas de un riachuelo es agua con una proporción determinada de sales disueltas y, gracias a quimiorreceptores, recibimos el olor de la hierba, las flores o los frutos de los árboles que nos rodean”
Si imaginamos un mundo sin química, muchísimos productos no existirían: Cosméticos, conservantes alimentarios, abonos, medicamentos, materias primas, metales…nuestra vida sería, probablemente, menos cómoda.
Pero, como ocurre con todo, tenemos que trabajar adecuadamente con las reacciones químicas (y de forma sostenible, preocupándonos de cuidar el medio ambiente) puesto que de este modo podríamos controlar emisiones y así controlaríamos y evitaríamos la degradación del medio ambiente y la contaminación de aguas, suelo y atmósfera; no es por la química por lo que existen estos problemas, se deben a un mal uso de los procesos químicos y, puede que también en cierta medida, a una falta de empatía con todo lo que nos rodea, sea materia viva o inerte.